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lunes, 16 de julio de 2012

El amor y Teresa de Calcuta


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Pequeñita, llena de arrugas, pero con una sonrisa grande y con toda la fuerza del amor y la fe, la madre Teresa de Calcuta pasó entre los pobres y los enfermos haciendo el bien; liberando de la orfandad y el desamor, como el mismo Jesús. Así, la madre Teresa nos dio un testimonio extraordinario de la caridad y el amor cristiano. Ese amor tan grande del que se llenan los corazones generosos, no haciendo de tripas corazón, sino buscando el amor en las mismas entrañas de Dios.

"El cristiano es alguien que se dona; que se da a sí mismo" decía la madre Teresa de Calcuta.
Así, con esta sencillez entendía ella el cristianismo y lo vivía con intensidad, con alegría y con libertad.
"Dios se dona en su Hijo –decía-, María nos dona a su Hijo, y Jesús, el Hijo, se nos dona en la Eucaristía. Esta donación de sí es el amor y hay que amar hasta que duela, porque si no, no es amor".
El recuerdo de esta mujer que nos dejó por septiembre de 1998, cuestiona nuestro modo de entender el cristianismo y también de vivirlo.

Si Dios me ha dado y me da tanto, ¿yo qué doy?
Como cristiano, ¿estoy dando mi vida a los demás, especialmente a los más necesitados? ¿Entiendo que el cristianismo es dar el tiempo y la vida trabajando por la felicidad de los que quiero y de los que necesitan amor?, ¿Soy capaz de donarme a mí mismo hasta que duela, para encontrar allí la fecundidad y la alegría de la vida?

Señor, libéranos del espíritu de orfandad, y danos el espíritu de hijos tuyos y hermanos de los demás. Danos la libertad del amor capaz de donarse a sí mismo hasta que duela.
Fuente: Reflexiones siglo XXI

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